me descubriste

Era la Navidad de alguien más, era el recuerdo de alguien que se tomaba prestado por ese momento y la lectura era mía y mientras lloraba porque sabía que me había descubierto era una Navidad que hacía mía.

Era tarde y los ojos de Gio tomando café me recordaba el presente que pausadamente se distribuía una y otra vez en pequeños cubos con letras asincrónicas.

Quisiera que me amára de una manera en que no siempre es posible, es como es y a veces sencillamente no pueden amarnos como necesitamos...

El amor a mi modo había sido un acto invidividual y me avergonzaba reconocer que mas allá de los vuelos de las mariposas eran cadenas las que había obsequiado.

Y la tarde hacía que mis ojos renonbraran el pasado que rapidamente me distribuía de llanto, una y otra lagrima acumulándose alrededor y los cubos de mis egoismos se apilaban en el exterior.

Descubierta me encontraba tras los ojos de Gio que tomando café me recordaba pausadamente que el escenario cambia una y otra vez, que los viajes son compartidos pero no se comparten solo porque uno quiera regalar el boleto, viajo comunmente sola y lo hago sin avisarle a nadie, mis pies no suelen visitar lugares que estén repletos de gente, me arraigo de espacios privados e íntimos, me cuelo en esa aventura del descubrimiento de lo que se tiene prohibido a ojos públicos, por eso descubierta me encontraba entre lágrimas y la sonrisa de saberme liberada coo cuando gritas a bosque abierto al exclavo que no alcanza a vocalizar sus sentimientos.

Sonreía mientras me encontraba descubierta por el demonio que tanto vagaba en mi cabeza, que me sobrecalentó los actos al viajar en mi cabeza y mi egoismo ávido de exposición había sido quemado entre tanta luz.

Y lloraba mientras veía en tus ojos la película que él una mañana de Navidad había visto, lloraba mientras a la oscuridad de la tristeza me envolvía el acompañamiento de sobresalto.


No había mas que esconder tras el trazo y en un abrazo hacía mía la navidad y los motivos por los que yo no había llorado.

Llovía y lloraba esa tarde en que redescubría el largo tramo recorrido, lloraba mientras mis manos rozaban las rodillas y lentamente te encontraba a tí y tus líneas que una vez más centrifugaban mi interior.

Un espasmo me cubría y entonces la Navidad se hizo mía.

No lloré mientras lo dejaba vacío al saber que no era mi mano la que deseaba, no lloré mientras regresaba el anillo a ese otro que me ofrecía un cielo limpio, no lloré mientras me alejaba lentamente de mis sueños y dejaba de ser yo para convertirme en alguien a quien amara, no lloré cuando me sentí sola y endemoniadamente extraña, no lloré al recitarte la irresponsabilidad de ofrecerme tiempo, ni llore cuando rompi el corazón de quien inocentemente me había estado esperando.

Pero lloré hoy mientras descubría la razón por la que sin razón te ame por tanto tiempo, lloré hoy por descubrir lo injusto de mi demonio y lloré hoy que el corazón me hacia polarizar dos sentimientos de paz.

No soy esa mujer que pide que la amen cuando a veces no estamos hechos para amar en la manera en que lo necesitan.

No lloraré por la pareja que no será ni por el futuro que no se forjara, lloraré porque me hiciste feliz en cada noche y día en que tu mano acompañaba mi vida, lloraré por el hombro que resguardo mi sueño y le dio motivo a mi esfuerzo, lloraré porque eres el hombre de mi vida y lloraré porque soy afortunada al llevar conmigo parte de tí latiendo.

Llorare por la despedida infinita de tanto descanso en tu abrazo y por las llamadas que no fructificaran, llorare pausadamente en recuerdo y agradecimiento por haber ocupado por los instantes incontables la mujer que compartio tu vida.