El sabor de la vida

Una cucharada con sabor a elegir, esa es la oportunidad, uno no sabe si al degustarle será dulce, salado o agridulce, esa es la duda que tal vez es incertidumbre.

Una cucharada con sabor indefinido aun, no sabes cual es la sensación ni conoces cual será la definición en tu plano de sabores, pero está frente a ti y tú con duda piensas si probar o no.

Así son las oportunidades, como cucharadas de un platillo expuestas a ser degustadas, uno elige si esa es la que del buffet es la que deseamos o si brincamos a algo conocido o un olor más satisfactorio.

Esta cocina y sus recetas afiladas, así estoy aprendiendo a elegir los sabores favoritos y a tomar el riesgo a veces de agregar un ingrediente sorpresa para crear mi propia obra maestra.

El sabor de la vida me ha enseñado que hay que deleitarse de cada momento y saborear cada instante y el rostro que venga añadido.

Esos sabores indicativos que ligan emociones y a veces sensaciones que capturan más que a un sentido.

Saboreando sinsabores así también también he entendido que solo así es como uno descubre sus sabores preferidos.

Cucharadas dulces, saladas, agrias, agridulces o mezcladas así es como se aprende a saborear.

Saboreándome la vida y a sus protagonistas, saboreando los momentos y los rastros anexados, saboreando solamente sin razón ni protagonista, solo saboreándome sin prisa.

Una cucharada de mí para ser probada, creo que le falta algo, será cuestión de seguir probando.

Saboreando...
Saboreando los rostros, saboreándome a cucharadas, ohh!! ¡que rica sabe mi vida!