porque donde hubo fuego...

...cenizas se guardan.


Se empezaban a oír pasos en la azotea en donde las pisadas cada vez más fuertes comenzaban a dar dolor de cabeza y la azotea tan cerca del cuarto hacía evidente el paso de los años.

¿Quienes se creen esos pasos?

Los pasos que creían ser pisadas cuando en realidad siempre habían sido huella, y se creían tan seguros que olvidaron su real naturaleza.

Y comenzaba a oírse el ruido en esa cabeza cuando la azotea dejo de dar sonidos y dejo descansar el murmullo de la ciudad.

Se empezaban a oír pasos en mi azotea cuando en el techo del cuarto leí aquel relato que simplificaba en líneas el porque donde hubo fuego los pasos no quieren ser cenizas.

Modelo mientras escribo y se modela un cambio aproximado, son tantas las veces en que se han ido esos pasos en la azotea y tantas las huellas que regresan que parece un juego de fuegos cruzados, mas tan enlazados los caminos no importara entonces disparar la distancia.

Las brechas no siempre kilómetros, sino trayectos distintos.

Se empezaban a oír pasos y mi sentido del oído desencadeno este escrito, tal vez sea que escucho demasiado aquello que conozco y aunque la luna me llame a diario no dejo de rozar la tierra.

Porque donde hubo fuego los pasos no quieren ser cenizas, tomaré ese balde de agua fría, abriré esa puerta de salida.


Bien dicen que todo a su tiempo llega, los cambios me sientan bien, es hora de abrir las puertas que me dan entrada...